La economía en evolución: invento y configuración de la economía en los siglos XVIII y XIX y sus consecuencias actuales
Resumen
La preocupación por la crisis ambiental y la polarización social ha marcado el final del siglo XX, poniendo en cuestión la fe en la senda de progreso indefinido que nos había propuesto la civilización industrial. Sin embargo este hecho no autoriza por sí solo a hablar de crisis de civilización. Es más, puede argumentarse que el proyecto de modernidad y progreso subyacente nunca se había extendido tanto, ni había desbancado tanto como ahora a otras formas de concebir y de sentir el mundo.
Empecemos por advertir una curiosa paradoja: se dice que la crítica postmoderna ha subvertido los dogmas de la modernidad pero se silencia que algunos de estos dogmas, como son las ideas al uso de sistema político y económico, han escapado milagrosamente a esa subversión y siguen gozando de buena salud. Se compatibilizan, así, paradójicamente, los más extremos alardes de relativismo postmoderno, con la petrificación tan extrema del modelo de sociedad actualmente dominante que permite diagnosticar sin rubor «el fin de la Historia» y «la muerte de las [otras] ideologías». Y es que la relativización ha trascendido solo hasta donde resultaba funcional a los poderes establecidos, sirviendo a veces más para esterilizar que para incentivar las críticas al modelo de sociedad actual.