Notas sobre la arquitectura y el arte de sostener
Resumen
Arquitectura, según el diccionario, es el arte de proyectar y construir edificios. La arquitectura es, en esencia, un arte; un arte técnico, como todo arte. En tal caso, cuando se reclama una arquitectura sostenible se reclama un arte sostenible. Ocurre, sin embargo, que resulta difícil concebir un arte sostenible; ocurre que, cuando se reclama una arquitectura sostenible, no parece reclamarse un arte sostenible. Esto se explica porque lo sostenible se suele referir a valores materiales (que permiten sostener, por ejemplo, el desarrollo de Honduras) y el arte se refiere, aunque a veces no lo parezca, a valores espirituales. A esta razón se podría añadir que los significados de la palabra sostenible (lo que puede mantenerse por sí mismo, dice el diccionario, cuando debería decir, que puede ser sostenido) y la palabra arte, son difíciles de precisar (entre un arte de pesca y el arte de Picasso caben muchos significados).Lo cierto es que la imprecisión y la confusión marchan parejas, permitiendo que los valores se inviertan y que se pueda invertir en desarrollo sostenible de la misma manera que se invierte en el arte. Y así parece que, desde el punto de vista de la sostenibilidad, confiamos más en los bancos, las instituciones y las empresas (el Banco Interamericano de Desarrollo, por ejemplo, tiene un Departamento de Desarrollo Sostenible), que en el hacer del filósofo, el artista o el artesano; parece que confiamos más en el valor material de las cosas que en los valores inmateriales que dan sentido a la vida. El poder sustentador de las cosas, sin embargo, no reside ni en la materialidad, ni la utilidad y satisfacción que producen.
Sostener en el mundo la dignidad de las personas, sostener el alimento y el abrigo, la educación y la justicia, es completamente necesario, pero sostener el mundo al margen de los valores espirituales que dan sentido a la vida es una ingenuidad. Esta pretensión, de hecho, se encuentra estrechamente relacionada con la visión del mundo que se ha denominado realismo ingenuo y que se expresa en el siguiente axioma: las cosas son como son y valen para lo que valen.
Si no podemos concebir un arte sostenible, quizás deberíamos reclamar, más que una arquitectura sostenible, una construcción sostenible o, en su defecto, un desarrollo sostenible de la actividad constructora; el arte de la arquitectura, en este caso, se encontraría al margen de lo sostenible. Pero si reclamamos una arquitectura sostenible, y se entiende que la arquitectura es en esencia un arte, deberíamos reclamar, por coherencia, un arte sostenible. Esto es, en pocas palabras, lo que aquí se pretende.