La política de la discrepancia radical
Resumen
El capitalismo prosigue su expansión. No se ha producido la crisis generalizada e irreversible anunciada por cierto marxismo científico y que operó como supuesto básico y justificación teórica de diversos proyectos socialistas. En ausencia de pronósticos convincentes que aseguren la inminencia del cambio revolucionario, muchos asumen un pragmatismo desalentado que les propone la disminuida meta de competir por el poder estatal de acuerdo a los requerimientos del desarrollo capitalista.
Ante esta situación, sin embargo, uno puede reaccionar de distinta manera, planteándose entonces el siguiente problema: ¿cómo llevar a cabo una lucha anticapitalista en condiciones de expansión capitalista? Este es el asunto que preocupó a los primeros socialistas, pre-marxistas o utópicos. La similitud entre su situación y la nuestra induce a pensar que buena parte de sus actitudes puede resultar apropiada a la coyuntura actual. Hay una que parece primordial: en presencia de un avance del capitalismo y de un Estado indiferente o represivo, aquellos socialistas optaron por la experimentación autónoma e inmediata de formas económicas y sociales de solidaridad y mutualidad. La creación de un orden propio les resulta prioritaria, hasta el punto de mostrar una cierta indiferencia frente a los regímenes políticos dominantes.