El territorio desde la perspectiva ecológica

Mariano Vázquez Espí

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Resumen


El sentido de pertenencia, de propiedad en el caso de las sociedades humanas, no es en absoluto simple. Por supuesto que cualquier organismo necesita un lugar donde vivir, un oikos, una casa. Pero los territorios concretos funcionan como casas para muchos organismos a la vez. La combinatoria resultante entre la extensión de la ‘casa’ de cada organismo y su solape o yuxtaposición con la del resto, en un territorio concreto, es, de hecho, inabarcable para la mente. Es evidente que el territorio propio tiene que compartirse con otras especies que también lo sienten suyo, aunque en general las relaciones de dependencia entre organismos y territorio son diferentes para cada una de ellas. No es de extrañar, por tanto, que frente a la idea occidental y contemporánea de que el territorio nos pertenece, también debamos considerar su contraria, que pertenecemos al territorio. La idea de la Pacha Mama de las culturas andinas pertenece a esa otra forma de ver las cosas. Y, desde el punto de vista de la aritmética o del álgebra, esta otra forma de pensar es mucho más útil para establecer modelos que nos permitan manejar esa combinatoria de relaciones entre los organismos que comparten un territorio concreto en estudio. Así, la ecología, cuyo nombre proviene de oikos, la palabra griega para decir «casa», define una superficie trazando una frontera hasta cierto punto arbitraria alrededor de ella, y se aplica a estudiar tanto lo que pasa dentro, como lo que entra y sale afuera; en ese modelo, los organismos pertenecen al ecosistema así definido, no al revés.

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