De Chiapas y otras otredades: brevísima relación

Esteban Pujals Gesalí

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Resumen


Los últimos veinticinco años han visto cambios importantes en la conceptualización de lo que tradicional y eurocéntricamente ha venido denominándose el estilo de vida occidental. Desde el fin de la segunda guerra mundial, los modos de vida, de conocimiento y de actuación predominantes en Europa, los Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón venían siendo considerados, tanto en estas regiones como en las llamadas del Tercer Mundo, no sólo como viables y en proceso de perfeccionamiento, sino incluso como representación del modelo social, económico y científico que tarde o temprano habrían de adoptar todas las sociedades del planeta, en tanto en cuanto se le atribuía a esta cultura la posesión del conjunto de soluciones más eficaces contra la injusticia, el hambre y las enfermedades. Desde esta perspectiva, las formas de vida desarrolladas por las culturas orgánicas, periféricas con respecto al modelo hegemónico, presentaban un aspecto "primitivo", "atrasado" o "subdesarrollado" y, en la medida en que ofrecían resistencia a desaparecer, constituían un obstáculo para la consecución del ideal de una Humanidad occidentalizada, solidaria y feliz, capaz de controlar las catástrofes y de solucionar los males endémicos, un ideal al que se entendía que las regiones más ricas del planeta estaban contribuyendo con la promoción de políticas de desarrollo en las más pobres.

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