Hay que seguir diciendo "no"
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Un argumento muy común contra la crítica radical de la cultura es que tales críticas no ofrecen alternativas a lo criticado. Sin alternativa que sustituya a lo criticado, se dice, hay que seguir aceptándolo. El paradigma de esta actitud es la manida sentencia de que «la democracia [en realidad, la partitocracia] es el menos malo de los sistemas políticos». Otro ejemplo del mismo jaez es aquello de que «nuestros gobernantes son unos cabrones, pero son nuestros cabrones...». Los ejemplos son innumerables.
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