Nuestro legado

Gustavo Esteva

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Resumen


El lunes por la mañana, en Bremen, Alemania, murió el pensador central de mi generación. No exagero al afirmar que fue uno de los dos o tres pensadores más importantes del siglo XX. Hasta hace poco tiempo, cuando la altitud le hizo imposible seguirlo haciendo, venía regularmente al único lugar en el planeta que este peregrino por vocación podía considerar su casa. Estaba en Ocotepec, Morelos, no muy lejos del lugar en que estableció el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC), en donde concibió sus principales ideas al lado de una impresionante constelación de pensadores, que ahí venían a visitarlo o consultarlo. Aunque pocos mexicanos se dieran cuenta de ello, estuvo aquí, entre nosotros, por más tiempo que en cualquier otra parte, a lo largo de casi toda su vida.

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