Bioeconomía básica

Nicholas Georgescu-Roegen

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Resumen


Salvo unas cuantas excepciones insignificantes, todas las especies, dejando fuera al hombre, sólo usan instrumentos endosomáticos, como los llama Alfred Lotka (piernas, garras, alas, etc.), que pertenecen por nacimiento a cada organismo. Sólo el hombre llegó, con el tiempo, a usar un garrote, que no le pertenece por nacimiento pero que extendió su brazo endosomático e incrementó su fuerza. En ese momento, la evolución del hombre trascendió los limites biológicos para incluir también (y sobre todo) la evolución de instrumentos exosomáticos, es decir, instrumentos producidos por el hombre pero que no pertenecen a su cuerpo. A esto se debe que el hombre pueda ahora volar en el cielo o nadar bajo el agua aun cuando su cuerpo carezca de alas, aletas o agallas. La evolución exosomática ocasionó dos cambios fundamentales e irrevocables en la especie humana. El primero es el irreducible conflicto social que caracteriza a la especie [Georgescu-Roegen, 1966:98-101] [Georgescu-Roegen, 1971:306-315, 348f]. En efecto, hay otras especies que también viven en sociedad pero que están libres de dicho conflicto. La razón es que sus "claves sociales" corresponden a divisiones biológicas bien definidas. La matanza periódica de una gran parte de los zánganos perpetrada por las abejas es una acción biológica natural, no una guerra civil.

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