Cambiar las reglas del juego para transformar la ciudad

Màrius Navazo

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Resumen


Tras reconocer que el concepto de ciudad no se limita a su aspecto físico, sino que gobernar la ciudad significa atender a las políticas de vivienda, cultura, bienestar social, actividades económicas, etc., es necesario señalar que muchas de estas políticas escapan en gran manera de las competencias de los Ayuntamientos, quedando en buena parte en manos de las Comunidades Autónomas, el Estado y los agentes privados.

A diferencia de muchas de las políticas necesarias en el ámbito urbano, la ordenación del espacio público es competencia exclusiva de los consistorios locales. Sólo excepcionalmente las travesías de las carreteras pueden ser competencia de otra administración. Pero, dejando de lado esta excepción, puede afirmarse que la ordenación del espacio entre fachada y fachada corresponde exclusivamente al Ayuntamiento, sin injerencias ni de otras administraciones supralocales ni de agentes privados. Por lo tanto, es necesario reconocer esta competencia como una de las herramientas en manos de los gobiernos locales con más potencial para transformar la ciudad.

Sin embargo, si bien la legalidad vigente otorga esta competencia a los Ayuntamientos, generalmente las actuaciones para modificar las calles de las ciudades constituyen medidas económicamente muy costosas que comportan obras y largos periodos de ejecución. De esta manera, el gran potencial que implica tener una competencia exclusiva se ve limitado por la incapacidad económica y por la falta de factibilidad de poner en marcha muchas obras y reformas a la vez.


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