Una mente generosa para un mundo sistémico
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Ese germen ontológico de la teoría de sistemas consiste en considerar que el sistema no es sólo un conjunto de reglas lógicas descriptivas, sino en considerar que con lo que nos encontramos allí afuera, en la realidad, es con sistemas, y no con objetos.
Ahora bien, la paradoja es que desde esta aproximación ontológica a lo sistémico no es posible hallar a priori sistema alguno. El mundo fenomenológico, es de hecho un continuum, por lo tanto, ontológicamente una única totalidad. No hay sistemas, hay un único sistema. A partir de aquí, la realidad a la que es factible referirse en un universo sistémico, en una totalidad no fragmentada, no es más una entidad distinguible, sino que el evento.
En este contexto, la cognición no puede tener como fin conocer cosas, sino facilitar el acceso a la realidad evenencial de la totalidad no fragmentada, para insertarse en ella armoniosamente y, así, persistir en ella. La apuesta por un mundo sistémico-evenencial supone revitalizar el valor cognitivo de la experiencia, de los dominios de distinciones lingüísticas a que da lugar una praxis orientada lingüísticamente.
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